jueves, marzo 11, 2004

Ojalá no tuviera que escribir esto. Quisiera no verme obligado a escribir en este ¿diario? Desearía que pasasen veinte meses antes de la próxima cita que escribir hoy por lo que tengo que escribir.
Hoy los locos han matado. Han dejado unas mochilas con explosivos y se han marchado. Si los extremistas islámicos son terroristas, estos dementes no se merecen tal nombre, pues los primeros por lo menos tienes el valor suficiente para suicidarse.
Hoy han muerto unas quince personas en mi barrio. Sólo habían cometido un delito: querer vivir. Para ello se dirigían a sus trabajos o al instituto. Hoy el odio de unos pocos nos ha golpeado fuerte en la cara. Pero no hemos de rendirnos, hay que luchar por nuestra libertad.

"La muerte de cualquier hombre me disminuye; porque formo parte de la humanidad; por tanto nunca mandes a nadie a preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
John Donne (1572-1631),
poeta, prosista y clérigo inglés.

sábado, marzo 06, 2004

Hola sectáreos:
Siempre tengo un montón de cosas por contar, menos cuando estoy enfrente de la pantalla, y ya si estoy en blogger ni te cuento.
Hace poco descubrí que un blog no tiene porqué narrar la vida del que lo escribe (véase el diario de Letizia), ni siquiera tiene que contar una vida. Es por eso por lo que he vuelto (sí, lo siento mucho, qué le vamos a hacer).
Hoy hablaré un poco sobre la colleja, esa gran desconocida (lo siento, me lo había puesto a huevo). Cuando pegas una colleja hay que tener en cuenta dos cosas:
1.- La forma de la mano ha de ser lo más parecida posible a la de la nuca. De esta forma conseguiremos impactar en una mayor superficie.
2.- Tendremos que conseguir que la nuca esté despejada. Es por esto por lo que es especialmente difícil dar una colleja a los pijos y a otros colectivos con el pelo un poco largo. Para conseguir un impacto mejor tendremos que intentar que el sujeto baje la cabeza. Recomiendo probar el truco de "te has manchado aquí", os sorprendería lo bien que funciona.
3.- Hay que medir muy bien la fuerza, pues de una collejita amistosa podríamos pasar con mucha facilidad a una ostia en toda regla.

Serabe

"¿Qué sabe el pez del agua en la que nada toda su vida?"
Albert Einstein,
Físico alemán (1879-1955)
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